viernes, 3 octubre, 2025
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En fotos: Los Auténticos Decadentes y los 30 años de «Mi vida loca»

En tiempos en los que la industria de la música parece haber adoptado a los aniversarios como condición imperante, que los Auténticos Decadentes hayan decidido hacer lo propio con los 30 años de Mi vida loca puede verse como un paso más en esa lógica, pero también como un acto de justicia tanto para banda y disco, empecinados ambos en demostrar que su chiste era bastante en serio. Sin perder su espíritu lúdico, ese grupo de amigos que se había propuesto tocar la guitarra todo el día para no tener que trabajar, estudiar ni casarse se encontró de repente que sus deseos eran órdenes. A tres décadas de su lanzamiento, el álbum no solo no suena desactualizado, sino que es además un compendio de la música popular desde Ushuaia al sur del Río Bravo.

De sus 13 canciones, cinco de ellas (“La guitarra”, “Diosa”, “Corazón”, “El murguero”, “El pájaro vio el cielo y se voló”) se volvieron desde entonces piezas siempre presentes de sus shows en vivo; las ocho restantes volvieron a despertar de un largo sueño dispuestas a reclamar rotación por los años de ausencia, ya sea a fuerza de fervor (“Esta locura”, “Me morí de risa”) o con una cuota de sensibilidad suburbana (“Mil noches”, “Turdera”, “Las miradas”). Puesto en conjunto, un repertorio capaz de ir de la ranchera al punk, después de la cumbia al ska y de ahí al cuarteto y la balada, siempre sin perder la irreverencia. 

Mi vida loca fue también el certificado definitivo de la raigambre de Los Auténticos Decadentes con la cultura popular argentina, algo reconocible incluso en los puestos de merchandising, donde a las clásicas remeras y buzos se le sumaron abanicos, botellas de vino tinto y mazos de cartas. El resto del cancionero elegido para la noche terminó de rematar la idea: “Cómo me voy a olvidar”, “Somos”, “Sigue tu camino”, “Loco (tu forma de ser)”, “Un osito de peluche de Taiwán” y “Besándote” fueron algunas de las muestras de un arsenal de temas a los que no hay nadie que se le resista, convertidos desde hace años en la banda de sonido de bares, fiestas, boliches, tribunas y actos masivos.

Con el escenario reservado para algunos amigos (Nico Landa en “Mil noches”, Fer Molinero en “Sigue tu camino”), cerca del final se dio un cruce generacional entre dos orillas. Con sus 82 años a cuestas, Rubén Rada se ubicó detrás de sus tumbadoras para llevar el ritmo de una última estocada de canciones alimentadas por un sentimiento de admiración mutuo entre anfitriones e invitado. Antes del fin, fueron los propios músicos los que recordaron estar en carrera desde 1986, lo que se traduce a la posibilidad de otro festejo el año próximo, y también a la certeza de que tienen de sobra con qué hacerlo.

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