miércoles, 10 septiembre, 2025
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Ricardo Iorio, ajeno al tiempo

El primer disco de Metallica, probablemente la banda de heavy metal más importante de la historia salió en julio de 1983. Luchando por el metal, el álbum debut de V8, la banda con la que se dio a conocer Ricardo Iorio, fue lanzado dos meses antes. Es obvio decirlo pero hay que recalcar que estos son años sin internet, en un lugar alejado del mundo. En este país el metal aún no existía, se podría decir que ni en el mundo aún. En 1980 recién salía el primer disco de Iron Maiden, British Steel, de Judas Priest, o Ace of Spades, de Motörhead. V8 se formó el año anterior a todo eso, aún. Aún regía la dictadura y la policía metía preso a quien fuera por llevar el pelo largo. Y si a eso se le sumaba campera de cuero, tachas y pantalones rotos, eras un blanco seguro. Uno de los hits de esa época era “Manso y Tranquilo” de Piero. “Destrucción” fue el grito de batalla de V8: “Ya no creo en nada/ya no creo en ti/Ya no creo en nadie/Porque nadie cree en mí”.

Iorio fue un rebelde, de los de verdad. Y lo fue hasta su último día. A veces con razón, a veces sin causa. Fue el más coherente y el más contradictorio de todos. Y así como el metalero reconoce a Tony Iommi y Black Sabbath como su piedra fundacional, el metalero argento siente lo mismo por la figura de Ricardo Iorio. Una persona que se reinventó las veces que fuese necesario. Cuando terminó V8, armó Hermética, cuando eso se acabó, encontró en Almafuerte su refugio. Y ahora que esa banda ya no existía más, estábamos siendo testigos de la nueva encarnación de Iorio; la que llevaba su nombre. En el medio dejó hijos. Muchos. Rata Blanca, Horcas, Logos, Malón. Sin quitar méritos, todas esas bandas existen porque Iorio tuvo algún tipo de incidencia en ellas.

Con el tiempo, su figura empezó a ser más reconocida. La nostalgia es la peor de las drogas y las ofertas para reunir a sus ex bandas estaban a la orden del día. Miles, sino millones de dólares se pusieron sobre la mesa. Ricardo rechazó todas esas ofertas, desde la primera hasta la última. Porque él no se vendía. Y porque en un género donde se adoptó el recuerdo de forma prematura, él siempre miró para adelante. Iorio abrazó muchas causas. Fue de los primeros en acercarse a las abuelas y madres de Plaza de Mayo. Adoptó la lucha aborigen como pocos. Denunció la corrupción del estado cuando otros estaban haciendo la vista gorda por la lluvia de dólares. Abrazó el territorio argentino como pocos y fue voz de los marginados en diferentes oportunidades.

También derrapó miles de veces. Dijo cosas realmente horribles, que el mismo Iorio no hubiese aceptado años atrás. Los últimos años fueron una caricatura de lo que supo ser., era un hombre enojado. Porque tuvo una vida difícil. Porque creció en la pobreza absoluta. Porque se despertaba a las cuatro de la mañana para ir al Mercado Central a buscar ajo para vender, cargarse esos kilos al hombro y salir a vender por el conurbano a pie. Porque el mundo policía y ladrón le gritaba sonriendo gil trabajador. Porque después de eso se iba a grabar a horas marginales los discos de sus bandas. Porque los grandes medios nunca dieron lugar a su música. Porque la cultura se empobrecía año a año. Porque fans suyos murieron en sus shows. Porque sus amigos lo traicionaron. Porque las compañías lo estafaban. Porque su mujer se había suicidado. Porque la vida y los excesos destruyeron su ser.

No se trata de separar la obra del artista. Se trata de entender al artista para comprender su obra. El Iorio que nos va a quedar es el de los discos, el de las canciones. Es el de “Olvídalo y volverá por más”, “Sentir Indiano”, “Tu Eres Su Seguridad”, “Memoria de Siglos”, “Brigadas metálicas” o “El Pibe Tigre”.

Ricardo tuvo mil vidas en una, y nosotros lo juzgamos desde la comodidad del sillón. Tuvo miles de contradicciones como las tenemos todos, solo que las de él se magnificaban. Su figura tiene que ser relevante también para aprender de él en lo que no nos gusta, en tratar de ser más coherentes nosotros mismos y también señalar lo que está mal, pero entender. Entender que ciertas condiciones de vida pueden llevar a una persona al límite. Entender que combatir esos demonios con excesos tiene sus consecuencias. Entender que dejar tu alma, corazón y pensar en canciones y volver sobre ellas todo el tiempo genera un efecto en la persona. Entender que ser el referente de miles de personas es un peso enorme.

Nosotros celebramos a Ricardo Iorio. Un pibe trabajador, de barrio, que inventó algo, le cambió la vida a miles de personas y que el día de su muerte sigue siendo tan importante y relevante como el día que salió el primer disco de V8.

¿Querés saber quién fue Ricardo Iorio? Poné su música.

 

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