lunes, 17 noviembre, 2025
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Cap’n Jazz: “es muy distinto tocar estas canciones que cuando teníamos 19”

Aunque lleva más de tres décadas y media como músico,  Tim Kinsella de Cap’n Jazz asegura que está sorprendido de poder seguir a la altura de las circunstancias. “Por lo general, un minuto antes de cada show, nos miramos entre nosotros y nos decimos ‘No sé, man, no vamos a poder hacer esto’”, dice el vocalista de una de las leyendas vivas de midwest emo, mientras reflexiona cómo es interpretar a los 50 un repertorio que fue creado con urgencia a sus 18. Hasta que, de repente, el milagro ocurre y todo vuelve a su lugar: “Nos pasa hasta que aparece la adrenalina. Nos sentimos muy agradecidos de tener gente de todos lados que aprecie lo que hacemos. Es una bendición enorme y nos hace dar cuenta cuán especial es esto y nos hace estar a la altura de la ocasión”.

Formada a finales de los 80, Cap’n Jazz grabó un único disco (Burritos, Inspiration Point, Fork Balloon Sports, Cards in the Spokes, Automatic Biographies, Kites, Kung Fu, Trophies, Banana Peels We’ve Slipped On and Egg Shells We’ve Tippy Toed Over) en 1995, antes de separarse a los pocos meses. Desde entonces, la banda se reunió en ocasiones esporádicas como la actual, que los tendrá esta noche por primera vez en la Argentina, en Niceto Club.   

¿Y de dónde sacás la energía para tocar estas canciones a los 50?
Básicamente duermo todo el tiempo entre shows. Puedo llegar a dormir 30 horas cuando estamos de gira: me despiertan para el show, de ahí me voy derecho a la cama, me despiertan para el próximo y así. Tengo que estar en forma, entreno y corro mucho. No tomamos drogas «estimulantes» para hacer esto, esa sería una trampa lógica, pero ya tuvimos bastantes problemas con las drogas por mucho tiempo así que ya no podemos hacer eso. 

¿Y alguna vez pasó que no hayas podido subirte al escenario?
No, todavía no ocurrió. Hubo una vez en Inglaterra en la que yo estaba enfermo, no tenía voz para nada, al hablar sonaba como un pato chillón de goma. Fue por tocar muchos shows seguidos, con un cronograma de viajes medio cruel. En ese show me la pasé poniéndole el micrófono a la gente, y lo loco es que nadie se dio cuenta. No es que dijeron «che, la cagaron», porque de por sí la gente canta bastante, así que no pasó nada.

Desde que se separaron, se reunieron en un par de ocasiones. ¿Qué es lo que indica que es un buen momento para volver con Cap’n Jazz?
Es la tercera vez que lo hacemos. Hicimos diez shows en 2010, y después hicimos seis o siete en 2017, y ahora hicimos varios más. Tenemos otra banda, Owls, donde básicamente somos las mismas personas, así que seguimos haciendo música juntos cuando podemos. Siempre fueron diferentes las razones para volver, todos estamos bastante activos como músicos, aunque algunos de nosotros tuvimos problemas de la vida que impidieron de ser un grupo demasiado activo. Todos vivimos en distintos lugares: dos en Chicago, uno en Nueva York, otro en Nueva México y el que queda en Inglaterra, así que tampoco es que podemos caminar un par de cuadras y tocar canciones juntos. Depende también de las ofertas que recibamos, y como cincuentones no es fácil aprenderse este repertorio, es muy distinto que tocarlo cuando tenías 19. 

El disco de Cap’n Jazz cumplió 30 años hace poco. ¿Cómo ves en retrospectiva que se haya vuelto tan crucial para el género?
No sé. Mis amigos más antiguos son los miembros de Cap’n Jazz, y después de eso los otros más añosos son toda gente que conocí porque eran fans de Cap’n Jazz. No bien nos separamos, la gente dijo «wow, mirá a estos tipos», pero ninguno de ellos había estado presente en el momento, y sin embargo a un año o dos de que dejamos de tocar, a cada lugar al que iba la gente decía «ah, sí, sos esa banda». Tuvimos un tiempo hasta que nos acostumbramos, todos tuvimos luchas personales a lo largo de los años, y no siempre nos llevamos muy bien, pero ahora la mayoría de las conversaciones que tenemos entre nosotros son en plan «¿Qué está pasando? Somos las personas más bendecidas del mundo». 

En todas las reuniones, además de repasar el material de Cap’n Jazz, incorporan una versión de “Take On Me”, de A-Ha que suena todas las noches. ¿Cómo la eligieron?
Grabamos ese tema para un compilado de temas de los 80, en la época en que teníamos a Davey von Bohlen como segunda guitarra. Él vivía en Milwaukee, así que siempre tenía que manejar hasta Chicago para ensayar, y me acuerdo que esa fue la primera vez que hicimos las cosas al revés, fuimos nosotros para allá. Pasamos una tarde armando ese tema, y creo que nunca la habíamos tocado en vivo, porque fue justo antes de nuestra separación. Recién a partir de los shows de reunión la empezamos a hacer, y es porque es una de las favoritas del público y entendemos nuestro trabajo de darle a la gente lo que quiere (se ríe). Tengo un bloqueo mental real con las letras de ese tema. Cuando salgo a correr escucho nuestros discos, porque así es como me aprendo el material. No lo escuché en siete años entre una reunión y la otra, no es que me siente a escucharlo. 

En todo este tiempo, ¿nunca sentiste la necesidad de hacer un segundo disco con Cap’n Jazz?
Tenemos lo que hicimos con Owls y hablamos sobre hacer un segundo disco, porque a algunos nos emociona la idea. Uno de nosotros no está activo como músico entre las reuniones, así que nos dice «Man, no puedo hacer esta mierda. Ya no sé cómo escribir canciones»; otros tocan en American Football y eso consume mucho tiempo y energía, y creo que a algunos nos gusta la idea porque tenés cosas como la tercera temporada de Twin Peaks o el disco mbv de My Bloody Valentine, donde la misma gente hace lo mismo 3 décadas después. Pero algunos de nosotros sienten que no tendría sentido hacer algo pretendiendo que somos pibes de 18 años escribiendo las canciones, y entonces no podemos ponernos de acuerdo en el enfoque.

En los últimos años, el hardcore y  EMO se volvieron mainstream, con bandas como IDLES o Turnstile de headliners de festivales. ¿Cuál es tu opinión?
Supongo que la rebelión adolescente siempre estuvo ligada a la música rock, desde los días de Elvis y The Doors, siempre estuvo esa idea de transgresión. Incluso con Nirvana fue todo un asunto cuando llegó al estrellato. Si podés popularizar algo que haga que la gente se sienta subversiva, es un gran mercado.

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