Juan Cruz Zaballa tuvo que irse bastante lejos de su hogar para poder encontrarse. El hombre detrás del alias Tall Juan cambió su Padua natal por Nueva York hace más de una década, desencantado con un territorio que no sentía propio, hasta que terminó siendo la propia distancia la que lo hizo reconectar con su lugar de origen. “Cuando yo estaba en Argentina, no era consciente de que somos parte de Latinoamérica. Es algo medio cliché, pero los argentinos nos sentimos medio europeos, y recién cuando me fui pude darme cuenta de dónde venimos”, dice Juan en parte para explicar el motivo detrás de una conexión tardía.
En todo ese tiempo lejos de casa, comenzó a darle forma a Tall Juan, su identidad artística que nació de sus intercambios creativos en Nueva York con Juan Wauters (otro rioplatense reubicado en la Gran Manzana) y con la que se presentará este viernes en Humboldt, para presentar en vivo las canciones de Raccoon Nights, su tercer disco. Entre una cosa y otra, lo que nació con un repertorio en guitarra criolla tocada con rabia punk y formato libre, ahora es un show expansivo donde los sintetizadores parecen haber copado la parada. “Cada vez que salgo de gira intento armar algo diferente para cada situación, y en esta gira mundial decidí hacer algo especial. Eso a veces me trae un dilema, porque llego a lugares donde hay músicos con los que toqué y me dicen de hacer algo. Y si bien me encantaría, pero si me salgo de guión solo porque compartimos algo en el pasado, a veces no se justifica”, dice sobre un show con un formato que busca respetar a rajatabla. “La idea es que cada ciudad a la que voy, la gente obtenga lo mismo, y que la gente de Japón vea lo mismo que la de Buenos Aires”, agrega.
Y aunque entre su debut con el single “Falling Down” y este presente guiado por un andamiaje sintético parece haber un abismo de distancia, para Tall Juan es todo parte de un mismo proceso. “Creo que después de tocar tanto tiempo, uno empieza a evolucionar, o como prefieras llamarlo. Sería muy difícil seguir haciendo lo que hacía hace diez años, porque ya no soy la misma persona. Aprendí y cambié mucho, el cuerpo lo tengo distinto, es todo muy evidente. Sería muy falso de mi parte seguir haciendo lo mismo, porque mi música fue cambiando como también cambiaba yo”, explica sobre un proceso que abarcó poco más de una década. “Siento que crecí como persona y como artista. Como persona me siento un adulto, y como músico también”, redondea.
A pesar de que asegura haberse ido enojado de la Argentina, Zaballa cree que el tiempo y la distancia ayudaron a poner las cosas en perspectiva. “Creo que mucha gente toma consciencia de eso cuando se va. A mi país lo veo hermoso, cada vez me enamoro más del lugar donde nací y crecí. Cada vez que lo visillo, la gente me llena el corazón de alegría. Hago cosas super pequeñitas como ir a un lugar a comprar alguna cosa y me hace super feliz la manera en la que hablamos o lo que sea”, dice. “Me fui con la excusa de que estaba queriendo escaparme del lugar, pero la verdad es que cada vez me gustan más las tradiciones y extraño a amigos. Hay cosas con las que me siento muy identificado y no dejan de ser parte de quien soy, hay que hacerse cargo”, agrega y cierra con un paralelismo: “Es loco, porque yo vivía en Padua, y en Nueva York vivo en Rockaway. Está a una hora de tren de la ciudad y es re barrio, así que tengo mi propia versión de Padua allá”.







