viernes, 3 octubre, 2025
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La Vida Bohème y la música como un dharma

En 2022, las cosas parecían haber llegado a un punto final para La Vida Bohème. Después de diecisiete años ininterrumpidos de carrera que no detuvieron su marcha ni durante la pandemia, los integrantes de la banda venezolana entendieron que quizás el proyecto había cumplido su ciclo. “De pronto, todo se veía como un gran final. Estábamos contentos con la música que habíamos hecho y habíamos alcanzado ciertos puntos de carrera que eran como importantes y nos hizo preguntarnos si era necesario seguir haciendo algo”, explica el cantante y guitarrista Henry D’Arthenay sobre un proceso que parecía una despedida tácita. Lo que parecía tener un final dos años después ha vuelto a tener vida, algo que se podrá comprobar esta noche de jueves en Groove (Av. Santa Fe 4389), en un nuevo show del grupo en Buenos Aires. 

La Vida Bohème encaró su gira de 2022 con la intención de ponerle un cierre a su historia, pero las cosas tomaron otro giro distinto con el paso del tiempo. “Yo le decía a todo el mundo cosas como ‘Esta es en serio la última’ o ‘Esta es la mejor manera de terminar’, pero nadie parecía creerme”, detalla D’Arthenay. El grupo había redescubierto el placer de tocar en vivo, y cuando el tour llegó a España, la banda tuvo una de sus mejores noches sobre el escenario, y quiso el destino que esa presentación quedase grabada. El escuchar ese registro fue motivo suficiente para que todo volviese a la actividad, por partida doble. En 2023, la banda compiló algunos singles que había lanzado en el último tiempo junto con canciones nuevas y dio forma a un nuevo disco, Caribe Caribe. Después, decidió que esa grabación en España se volviera su primer álbum en vivo, Diáspora, lanzado en abril. 

“La única razón por la cual existe la banda es porque siendo algo divertido, para mí pero también para nuestra comunidad”, dice D’Arthenay antes de desarrollar el motivo que lo llevó a no dejar de lado lo que ama. “Hace muchos años me agarró en Madrid un señor que decían que era brujo. Él me dijo que había solo dos tareas realizables en el mundo: escalar el Everest o construir un pueblo en las montañas. Yo me fui por la segunda, y de ahí la idea de que podamos tratar temas como el dinero o el poder en nuestra música”, dice sobre los tópicos que atraviesan la obra más reciente de La Vida Bohème, ahí donde el discurso combativo y la canción pop se dan la mano. “También piezas en el público y en que algo les animaría el día sabiendo que muchos de ellos trabajan de 9 a 5, en laburos que los exprimen y que matan su creatividad y que cada vez nos desconectan más del mundo. Estamos intentando de alguna manera de reconectar también con nosotros mismos”, completa. 

Casi desde un primer momento, La Vida Boheme abandonó Venezuela en pos de su carrera, e hizo del mundo su hogar, y también un espacio de pertenencia para cada persona que los escucha lejos de su propio lugar de origen. Para D’Arthenay, la explicación tiene también un trasfondo filosófico: “Me han hablado varias veces del Dharma, y yo lo desconocía. Aparentemente es como la manera en que pagas tu karma, entonces si traes un karma respecto a las abejas, tu dharma es hacer miel. Entonces, yo creo que nuestro dharma se ha convertido cada vez más en servir de puente de las personas que ya no tienen casa, ya no tienen tierra con ese país imaginario que existe nada más en sus corazones, en sus memorias y en su mente”.

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