En 2023, cuando todavía era parte de black midi, Geordie Greep comenzó a escribir unas canciones que sentía que necesitaban un enfoque distinto. El guitarrista y cantante empezó a trabajar en Londres con músicos de distinto origen, pero la cosa no parecía caminar del todo, hasta que una gira por Sudamérica hizo lo suyo. Luego de pasar por Buenos Aires, Greep y compañía siguieron camino a Brasil, donde todo terminó de encajar: “Parecía una cuestión obvia, porque muchas de esas cancione tenían una cadencia latina, así que decidí probarlas con músicos brasileños”, cuenta Greep antes de subirse al escenario en México. “Le pregunté a un tipo que conocía si podía llamar a algunos músicos y grabamos todo en un día, y apenas empezamos a hacerlo pensé ‘Mierda, esto es mucho mejor que lo que hicimos en Londres’», agrega.
Esas grabaciones se volvieron los cimientos de The New Sound, el disco con el que Greep anunció su carrera solista luego de la confirmación de la separación de black midi, y que presentará esta noche en Niceto Club (Niceto Vega 5510), con Pizza como banda soporte. Para salir de gira por primera vez fuera de su país, Geordie realizó una convocatoria de músicos por Instagram que no se conocían entre ellos, y así armó lo que llama “mi banda estadounidense”, que lo acompaña por el norte del continente. “Al principio era un poco angustiante y confuso, pero al mismo tiempo te da un montón de libertad, porque no creás hábitos y podés escuchar objetivamente qué funciona y qué no”, explica antes de aclarar que tiene otra banda estable para tocar en Reino Unido en Europa, otra para Asia y una última con los músicos brasileños con los que grabó hace dos años y con los que se subirá esta noche al escenario en Palermo.
En su anterior visita, varias bandas locales se acercaron a Greep y black midi para profesar su admiración y compartir algún rato en una sala de ensayo, algo que en un principio lo tomó por sorpresa pero, dice, ha aprendido a naturalizar con el paso del tiempo. “Es inesperado, pero está muy bien. La cosa es que mientras más girás, y más gente, músicos y gente relacionada con la música conocés, más te das cuenta que no hay diferencias entre nosotros”, dice renegando sobre su status de referente. “Todos podemos pasarla bien, tomar un par de cervezas, escuchar música y pasar un buen rato todos. Siempre es bueno, es increíble en todos lados, sea Japón, Sudamérica, o Europa”.
A la hora de intentar analizar la música que lo formó como melómano primero y como intérprete después, Greep prefiere hablar en términos generales sobre qué es lo que lo atrae sin hacer hincapié en nombres propios. “Una cosa que me gusta en toda la música es el sentido de ambición. No me gusta la música que quiere ser discreta o que se queda en su carril. Me gustan las cosas que son ambiciosas y que tienen un sentido del humor y de la diversión, sin que sea algo tonto. Tiene que ser algo que tenga algo de drama, no que sea solamente un chiste”, define. En cambio, es más preciso a la hora de hablar de cómo se educó como guitarrista: “cuando era joven, mis influencias eran los clásicos, con Jimi Hendrix encima de todo. Pero lo que escuché y me hizo decir ‘quiero tocar como él fue Django Reinhardt, con esa combinación de usar púas muy pesadas y también los dedos para tener un ataque super fuerte pero con sutileza”, dice antes de completar su podio personal con John McLaughlin. La clave, dice, está en no tener un manual sobre lo que es correcto al cual atenerse: “lo que me gusta de hacer música es que todo es muy abstracto. ¿Qué es ‘mejor’ y qué es ‘peor’? Qué sé yo, no sé. Es algo que sentís”.
Su relación con la música lo llevó a una búsqueda en la que encontró un referente salido de estas latitudes: Astor Piazzolla. “Me empecé a interesar en el acordeón hace diez años. Quería aprender a tocarlo porque me gustaba su sonido, pero no me gustaba cómo lo tocaban en la música inglesa y europea, porque tiene un sonido levemente desafinado que odio. Así fue que me enteré de la existencia del bandoneón, que tiene un sonido muy afinado, puro y hermoso, y así llegué a Piazzolla”, cuenta sin poder disimular un fervor genuino. “Me encantó porque no es un tradicionalista: cambió completamente el género, lo revolucionó, y suena más a la música progresiva y al avant garde. Sus composiciones son increíbles, especialmente porque tenía una banda para nada ortodoxa, con piano, cello, violín, guitarra eléctrica y bandoneón, y toda la percusión que escuchás es de él aporreando su instrumento”, dice, antes de rematar: “Era un tipazo”.
El vínculo de Greep con la música latinoamericana no parece agotarse ahí. Al margen de haber grabado con músicos brasileños y de tener al músico argentino más rupturista como referente, sus shows en vivo tienen la presencia de un cover algo atípico para su repertorio, como lo es “Cua cua ra cua cua”, de Willie Colón, una decisión que él opta por naturalizar. “Me encanta, es una pieza inusual para la salsa, porque fue escrita por un músico de samba. Quería hacer un cover, y el percusionista de mi banda toca en una grupo de salsa, así que empezamos a probarla y suena increíble”, explica antes de contar que con el paso de las giras agregó otra canción de Colón, “Oh, qué será?”. ¿Y cómo reacciona el público angloparlante a estas incursiones en su repertorio? “Lo aman, man. El tema con ese tipo de música es que podés entenderla muy rápido sin siquiera entender las letras o qué quiere decir. Es más acerca del feel, del ritmo y su actitud y poder. La gente lo entiende de una”, asegura.
Conocido por su instrumentación precisa y matemática, Greep le dio especial importancia a las letras en The New Sound, la oportunidad de abordar tópicos como la masculinidad frágil sin perder el sentido del humor. “Quería que fuera algo divertido, pero que al mismo tiempo hablaran sobre algo que se sintiera necesario en vez de decir frases al azar. Es muy raro, porque al final del día las letras siempre van a ser menos importantes que la música, es como algo funcional a la canción”, reflexiona. Lo más importante, dice, es que todo suene bien. “Hay muchas canciones que no sé si tienen sentido, pero si no suenan bien, no le importan a nadie, y hay muchas otras que suenan bien y no significan nada. Mirá ‘Strawberry Fields Forever, ¿Qué significa esa canción? Quién sabe? ¿Qué importa? Es genial, es perfecta. A veces ni siquiera podés decir es sobre esto o esto otro, importa más el feeling que toda la cosa. Pero para mí se trata de eso, de que sea algo divertido sin que sea todo un gran chiste”.






