El fin de semana, Rock en Baradero tuvo su edición consagratoria. A lo largo de sus dos jornadas, el festival no sólo congregó a más de 25 mil espectadores con una grilla en la que confluyeron nombres históricos con revelaciones y nombres en ascenso, sino que además lo hizo bajo un espíritu de unidad que se tradujo en cruces inesperados entre artistas, la valoración de la obra ajena en gran parte de los shows, y también en un espíritu de comunión en defensa de la cultura y de la música en vivo como espacio masivo de celebración.
El espíritu festivo se mantuvo como una constante a lo largo de las dos jornadas. En la primera noche, Pericos sentó las bases de cómo debe ser un show de festival, donde el tiempo apremia y no existen las localías. “Runaway”, “Nada que perder” y “Watin’” fueron las primeras estocadas de una lista que no escatimó en hits (“Me late”, “Pupilas lejanas”, “Eu Vi Chegar”) y siguen las firmas. Con Nonpalidece como eslabón intermedio, Los Auténticos Decadentes retomó la posta con otra descarga de éxitos que no conocen de fronteras ni geografías (“Somos”, “Cómo me voy a olvidar”, “Los piratas”, “Pendeviejo”, “El murguero”) y también con espacio para los momentos protagónicos de Jorge Serrano (“Amor”, “Corazón”, “Un osito de peluche de Taiwán”) y Diego Serrano (“Besándote”, “El gran señor”).
En esa misma línea, Turf también apeló al repertorio todoterreno ya bien entrada la madrugada del viernes, con un recorte temporal que se centró en el período 2001-2003, el de su cosecha más próspera gracias a “Loco un poco”, “Cuatro personalidades”, Pasos al costado” y “Magia blanca”, por citar cuatro ejemplos. La elección pareció atinada también para el paso de mando al momento del cierre de la primera noche, cuando Los Palmeras coparon el escenario principal sin que nadie se espantase con que en un festival autodenominado de 100% rock sonase cumbia santafesina de pura cepa. La clave, para variar, estuvo en los hits: “Olvídala”, “Jurabas tú”, “El bombón” y un medley de rock nacional fueron cartas más que suficientes para validar su lugar al final de la grilla del viernes.
Antes, Estelares ofreció un show basado en dos opuestos, como bien lo remarcó Manuel Moretti en más de una ocasión: de un lado, el repertorio dramático (“20 de noviembre”, “Alas rotas”, “Ardimos”), del otro las canciones mundanas (“Solo por hoy (chica oriental)”, “Ella dijo”, “Es el amor”). En el medio entre ambos extremos, un repertorio que ya es parte del acervo del cancionero popular (“Aire”, “El día perfecto”, “El corazón sobre todo”). En una suerte de sintonía paralela, o al menos de punto de equilibrio, El plan de la Mariposa desplegó su cancionero de himnos de superación, trascendencia y superación, ahí donde lo emotivo y lo épico delimitan el terreno de la obra de los hermanos Andersen. Y en tiempos donde todo parece pasar por ser visto, Usted Señalemelo hizo un show con una estética visual en la que la banda se perdía entre sombras, humo y estrobos de colores intensos, con un repertorio que tuvo tanto de Spinetta, Tame Impala y el Nuevo Cancionero Cuyano.
Dentro la diversidad de ofertas de la grilla de Rock en Baradero, la presencia de Massacre pareció destinada a tender un puente entre los números mainstream de los tablados principales y la oleada de bandas independientes y en ascenso que pasaron por el escenario Nuevo Día, donde tocaron El Club Audiovisual, Dum Chica, Buenos Vampiros, WRRN y Eterna Inocencia, entre otros. Walas y companía fueron capaces de desplegar gemas de su repertorio de alma skater (“Plan B: anhelo de satisfacción”, “Te leo al revés”), con espacio para solos de theremin en “Niña Dios” y el viaje manchesteriano de “Ella va”. Los matices de su show compensaron cierta homogeneidad del set de Benjamín Amadeo, que logró tomar vuelo con “Las flores” justo antes de su cierre, después de que El Zar desplegase la cuota de groove melódico del día. Facundo Castaño Montoya y Pablo Giménez hicieron alguna escala en el pop en “Apasionado” y “Perdiendo el control”, jugaron a ser más seductores en “Las voces y “El momento perfecto”, hasta encontrar su mejor forma en el funk de músculo firme de “La declaración”.
Massacre fue también la primera banda en hacer una alusión política en Rock en Baradero,algo que se volvería una constante con el pasar de los shows. “¿Va a venir Fátima?”, preguntó Walas reiteradas veces antes de “Querida Eugenia”, y el sábado Militantes del Clímax subió a escena cuatro marionetas de perros a los que llamó “los clones de Conan” en obvia referencia al perro del primer mandatario. Sobre el cierre, Mono Fabio, vocalista de Kapanga, fue aún más contundente: “No van a poder sacarnos esta fiesta. Es como un Mundial esto, hay que esperar 4 años y listo. Ya va a pasar”. La idea de comunidad musical llegó también a los repertorios, ya que gran parte de los artistas presentes versionaron a algún colega: Pericos sumó “Trátame suavemente” a su set; Turf hizo su ya clásico cover de “Lamento boliviano”; Pity Fernández interpretó a La Renga y se animó a sumar una viñeta de “La pachanga”, de Vilma Palma e Vampiros, y El Kuelgue citó a “Ala Delta”. También Los Auténticos Decadentes repasaron a Sumo y Los Abuelos de la Nada; La H no Murió (un show de covers en sí mismo) le hizo lugar a “Vencedores vencidos”, de Patricio Rey sus Redonditos de Ricota, y Los Palmeras cerraron su show con un enganchado entre “De música ligera”, “La bestia pop”, “Lamento boliviano” y “Como Alí”. Incluso hubo lugar para el shoegaze, con la versión en español que El Club Audiovisual hace de “When You Sleep”, de My Bloody Valentine.
Anunciados uno después del otro en la grilla, la idea de un cruce entre Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur parecía casi mandatoria. Sin embargo, la reunión de IKV quedará para otro momento: cada uno actuó por separado y con propuestas que parecían ir por caminos distintos. Con toda su banda vestida con trajes color púrpura Prince, Spinetta aportó groove, funk y r&b lascivo en un set compacto que se paseó también por el urbano (“Sudaka”), coqueteó con el tango (“Perdidos en el paraíso”) y culminó con el autoexplicativo “Funk warrior”. Horvilleur, en cambio, apostó por la diversidad entre el ritmo meloso de “Amor loco” y “Llamame”, la intimidad de “19”, y el ímpetu de “Yo soy la disco”, “Radios” y “Tu hermana”, además de saldar la deuda de su pasado compartido con una respetuosa versión de “Jugo”. En la dinámica entre ambos músicos pareció también estar la raíz de la música de Nafta, ahí donde el groove parece ser la respuesta a todo, en los cruces entre Matías García Molinari, An Espil y Abril Olivera, y también en un repertorio que tuvo sus momentos más esmerados en “Andate” y el medley entre “Ya es tarde”, “Monumento” y “Unos días más”, donde el hip hop parecíó traccionar al empuje melódico.
Para un festival que se jacta de convocar a artistas y audiencias de distintas latitudes, pocas cosas tan federales como una dosis de heavy metal autóctono. En Rock en Baradero, la propuesta funcionó con doble ración. Primero, Tano Romano, Claudio O’Connor, Karlos Cuadrado y Javier Rubio repasaron el legado de Hermética con su show autocelebratorio La H No Murió. Con las canciones de Ácido argentino copando su set (“Atravesando todo límite”, “Vientos de poder”, “Robó un auto”, “Del camionero” y “Evitando el ablande”), O’Connor y Romano rindieron homenaje a su propia historia, que es también la de la música pesada argentina. A continuación en el escenario Quilmes, Rata Blanca desplegó su imaginario mitológico fantástico en un show que tuvo tanto de clásicos de su primera época (“Mujer amante”, “Guerrero del Arco Iris”, “La leyenda del hada y el mago” y el tema devenido meme “Chico callejero”) como también temas de este lado del milenio (“Volviendo a casa”, “Diario de una sombra”, “Aún estás en mis sueños”). Sobre la mitad de su set, Giardino tomó el micrófono para expresar su deseo de hacer una gira conjunta con La H No Murió. Porque si algo prima en el metal es la camaradería.
La cuota rockera del sábado sintetizó gran parte del espíritu guitarrero de Rock en Baradero. Primero, El Bordo desplegó siete canciones que hicieron foco en Hermanos y Yacanto, un set de canciones de pulsión barrial tocadas con rabia grunge, mitad remera rolinga mitad camisa leñadora. Más entrada la noche, Guasones cruzó la raíz stone con la bohemia citadina de Lou Reed, apretando más los dientes en “Me muero”, y con un par de inmolaciones narcóticas en “Farmacia” e “Infierno blanco”. Sobre el final, el hit obligado de la mano de “Reyes de la noche” y la invitación a Ale Kurz para sumarse a la arenga de “Gracias”, o el rencor hecho canción. Entre un show y otro, Las Pelotas volvió a demostrar su vigencia, tal como lo hizo en su set del año pasado en el festival, donde pueden convivir la amargura de “El fantasma no muerde” con la placidez de “Sinceramente” y “Como se curan las heridas”. A cada momento de introspección le siguió su arrebato rockero, la mayoría de ellos con Gabriel Dahbar como vocalista invitado, como pasó en “Día feliz” y “Veoyover”. Sobre la hora, los clásicos: “Sinceramente”, “Será” y “Capitán América” aportaron lo necesario para sumar nuevos conversos.
En el universo de Kapanga conviven todo tipo de sensaciones. Y aunque el absurdo dice presente en gran parte de ellas, como en su comienzo con el viral del guitarrista que replicó la melodía de la voz de Ricardo Iorio mientras imitaba a Spinetta, todo estuvo primado por una carga emotiva más profunda al contar para este show con la presencia de Miguel “Maikel” Campos, su histórico guitarrista, que se había retirado para tratar su salud. Sobre un andamiaje similar anduvo El Kuelgue, el combo lúdico-circense liderado por Julián Kartun, que mostró la firmeza de su presente con las canciones de Hola precioso, con un ensamble de big band delirante y una puesta en escena bien cuidada en lo visual que culminó con una merecida lluvia de papelitos. Sin artificios y con una banda ajustadísima, Fabiana Cantilo salió a escena dispuesta a dejar en claro lo bien plantado que está su presente. Hubo canciones ajenas (“Bancate ese defecto”, de Charly García; “Seguir viviendo sin tu amor”, de Luis Alberto Spinetta; “Fue amor”, de Fito Páez, “La bestia pop”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y “Dulce condena”, de Los Rodríguez), propias (“Ya fue”, Mary Poppins y el deshollinador”, “Ya fue”, “Tregua”) y una reivindicación de su pasado en Los Twist con “Cleopatra”, todo con una Fabi en un gran nivel performático.