miércoles, 10 septiembre, 2025
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Peces Raros en Obras Sanitarias: éxtasis vivo

Si la discografía de Peces Raros puede entenderse como un ascenso desde la expresión rockera a la pulsión bailable, su llegada a Obras sirvió para graficar la materialización del punto justo de esa búsqueda. A lo largo de una hora y media -y bien entrada la madrugada- Marco Viera y Lucio Consolo desplegaron en Núñez un show que tuvo tanto de recital como de espíritu de rave, donde el factor humano y la frialdad de las máquinas desdibujaron todas las líneas de diferenciación posibles en pos de un resultado final que tuvo como norte la sobreestimulación de los sentidos. 

En la origin story de Peces Raros suele marcarse como un antes y un después cuando el grupo asistió a una Time Warp en Mar del Plata en la que el británico Richie Hawtin era el acto central. Esa suerte de acto chamánico alimentando a MDMA hizo que Viera y Consolo abandonasen el espíritu guitarrero de sus comienzos y empezasen a dar cada vez más espacio a máquinas, sintetizadores y looperas a su propuesta, de manera cada vez más marcada. De ahí que Parte de un mal sueños (2016) formatease de lleno las ideas de su debut, No gracias, de 2014 (no por nada, el único ausente en la lista de Obras), ajustase aún más las clavijas (o los potenciómetros) en Anestesia (2018) y terminase por perfeccionar su propia fórmula en Dogma (2021).

El acercamiento de Peces Raros a la electrónica lo es desde todos los frentes posibles. Aunque la convocatoria al público fue a partir de las 22, su show en Núñez arrancó bien entrada la madrugada, y después de que la DJ Ana Feliciani calentase la pista del estadio a fuerza de un set de puro progressive house. Minutos después de la 1 de la mañana, las columnas de leds ubicadas a los costados del escenario comenzaron a moverse desde afuera hacia adentro, hasta dejar el tablado enjaulado por cinco barrotes luminosos. La puesta acompañó la narrativa de “Insuficiente”. “Tengo que salir de acá porque nada es suficiente” entonó Marco Vera después de pasar de los sintes a la guitarra, en una versión aún más intensa que la incluida en Dogma.

Con una puesta visual de altísimo impacto al servicio del éxtasis tanto espiritual como químico, canciones como “Aunque me digas que no” y “Cerca” ganaron en energía y en trance, para que la invocación del espíritu raver sea completo a la altura de “Fabulaciones”, cuyo final se fundió con una reinterpretación de “Syren”, el hit techno de Anyma. La cita encajó perfecto en la dinámica que Peces Raros da a sus presentaciones, una suerte de DJ set interpretado en vivo, donde no existen silencios sino transiciones. En ese juego, el dúo y sus tres músicos de apoyo saltaron del house más áspero a la psicodelia digital de “En efecto” para después deslizarse hacia una versión de “No van a parar” con texturas de dream pop y las voces perdidas en capas de reverb. 

Después de “Girando en falso” (una aproximación al Charly García modelo 1983 procesado por drogas de diseño), en “Cicuta” Peces Raros echó mano a otro recurso heredado de la cultura electrónica: el de los graves al pecho, un recurso que se proyectó también en el tema siguiente, “A donde quieras”. El clima de éxtasis constante condujo al cierre del show en el tándem efectivo de “El edén” y “Clericó” (de Anestesia y Parte de un mal sueño, respectivamente), el único alto de su set, para marcar la distancia con el cierre. A fuerza de reiteraciones y el sublow de vuelta ganando terreno, “Barrio adentro” guió el show hacia su climax definitivo con “Infieles”, interpretado en la versión del remix de Brigado Crew. La elección no fue fortuita: el dúo fue el encargado de un DJ set de cierre al terminar el show, una suerte de continuum donde el cuerpo en movimiento es el único hilo conductor.

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