Desde sus primeros shows, al filo del cambio de milenio, Ale Sergi y Juliana Gattas sabían que todo en Miranda! tenía que ser a gran escala. Con el pasar de los años, el tiempo pareció darle la razón a una apuesta por demás osada: canciones pop capaces de atravesar nichos en un recorrido que empezó en el under pre Cromañón y que dos décadas después cosechó hits a mansalva y que le permiten compartir escenarios y niveles de relevancia con artistas como Lali, María Becerra, Bandalos Chinos o Dillom sin desentonar. De eso se trató su llegada a Ferro, en lo que fue el show más importante de su carrera: la celebración de un plan maestro que no conoce de respuestas incorrectas.
El desembarco de la gran bestia pop en Caballito fue el último eslabón en la cadena del concepto de Hotel Miranda!, un proyecto que nació como un repaso de su propia trayectoria reformulada en clave feat, que luego tuvo su correlato en tres shows en el teatro Gran Rex en abril y cuatro funciones en el Luna Park en octubre. En todas esas instancias la dinámica fue la misma: Sergi y Gattas como anfitriones de un hotel imaginarios de cuyas habitaciones surgen sus invitados de manera presencial o virtual, un espectáculo con altas dosis de teatralidad que dejó en claro que no hace falta apostar a excesos de parafernalia para dar forma a un show de estadios cuando lo que prima es el ingenio.
Como una suerte de Neo y Trinity con facilidad para los estribillos, Ale y Juliana aparecieron en escena con sobretodos negros de charol para “Por amar al amor”, “Hola”y “743”, tres canciones que parecieron nacidas en una pista de baile. Después de “Dice lo que siente” y sus aires de animé, el hotel recibió a su primer huésped: Cristian Castro se sumó a la dupla para “Prisionero” vestido con un pijama y una boa de plumas, una manera clara de sintonizar con el amor por el kitsch que rige el mundo de Miranda! Después de “Lo que siento por tí”, ahora con batas de satén y con un cuerpo de baile de personal de limpieza, Gattas tomó la posta por partida doble. Primero, con la primera interpretación en vivo de “Maquillada en la cama”, su debut como solista; después con “Puro talento”, una perla perdida de Magistral.
La cercanía en el calendario le dio a “Navidad”, con Goyo Degano, de Bandalos Chinos, un toque extra, con un árbol navideño armado de cajas y Sergi y Gattas con chalecos verdes a tono. Ya en el terreno de la virtualidad, la voz e imagen de Andrés Calamaro sirvieron para recrear la versión de “Tu misterioso alguien” de Hotel Miranda!, y después el cordobés Luck Ra ayudó a pasear a “Si me disculpo ahora” por diversos ritmos, del pop latino al cuarteto y de ahí a la pulsión tecno, gracias a la ductilidad de Ludo Morell en batería y Gabriel Lucena en guitarra, bajo y teclados. Y si hasta ahí cada invitado había sido recibido con bríos, la llegada de Emilia Mernes partio el show en dos: su aparición en el escenario para el melodramatismo de “Uno los dos” opacó todo el protagonismo que FMK tenía para su propia cuenta en el reggae pop de “Perfecta” ante la ausencia con aviso de María Becerra.
Después de “Dos”, con Dillom y los bailarines imitando la coreografía de “Thriller”, y “Enamorada”, con el aporte de la chilena Francisca Valenzuela, llegó el momento de intimidad. Parados sobre una plataforma que se elevó desde el centro de la pasarela que avanzaba sobre el campo, Sergi y Gattas interpretaron “Duran Duran”, la sentida canción dedicada a Damián Marvaldi, su amigo y manager, fallecido en 2020. Pero como respeto y solemnidad no son lo mismo, Miranda! volvió sobre su propio eje con “Mentía”, con la performance de Chano desde las pantallas, que tuvo su continuidad en el medley entre “Ritmo & decepción” y “Otra vez”. Con la dupla anfitriona sentada en dos secadoras de pelo, Juan Ingaramo y Emmanuel Horvilleur compartieron “Traición”, en un momento de innegable estética petshopboyesca. Para redoblar la apuesta, dos hits arrasadores que demostraron que no hacen falta invitados para que Miranda! haga bailar a una multitud: “Fantasmas” (con Gattas tocando una trompeta de juguete durante el solo de saxo) y “Ya lo sabía”.
Y si hasta ese entonces el fervor se había mantenido alto, la aparición en escena de Lali llevó las cosas todavía más allá, un nivel de histeria controlada que convirtió a “Yo te diré” en una suerte de paso de mando de cetro pop de una generación a la siguiente. Y aunque el tecno allá Ibiza de “Me gustas tanto” parecía un paso en falso, el cierre con “Don” demostró que su lugar en la lista era el de generar un respiro antes de un gran final. Al momento de los bises, Gattas y Sergi se subieron a un cisne gigante para recorrer el campo mientras entonaban “Imán”, una de las mayores muestras de admiración a Prince registradas en estas latitudes. La elección fue también un guiño al público de primera hora, un himno de su álbum debut al que le siguió “Romix”, con la dupla ya de nuevo en escena y con un gran cisne inflable de fondo para redondear el concepto. Todo terminó con una lluvia de fuegos artificiales y con la sensación de que mientras más lúgubre parece el panorama, más necesarios son los estribillos que lo pueden con todo.