Aunque la carrera de Interpol siga conjugándose en tiempo presente, el comienzo de su discografía tuvo un peso más que especial en la música del cambio de milenio. En un momento en el que las habían vuelto a estar de moda después de un largo invierno, Turn on the Bright Lights (2002) y Antics (2004) aparecieron para sumar una nueva lectura posible a la música de la Gran Manzana. Si grupos como The Strokes y Yeah Yeah Yeahs habían llegado para revivir el espíritu efervescente del primer punk neoyorquino, Paul Banks y los suyos lo hicieron con un juego de opuestos, donde la oscuridad podía responder también al pulso bailable, como si las miserias personales pudieran ser también el motor de algo más grande, un legado que no tardó en influenciar a Editors del otro lado del océano, y que sigue siendo un manual de consulta más de dos décadas después.
En ese contexto, tiene sentido que la sexta visita de Interpol a la Argentina (la segunda por fuera de un festival, con su debut en 2008 en el teatro Gran Rex como única excepción) fuese en el marco de una gira celebratoria de sus dos primeros álbumes, un tour que comenzó en Latinoamérica a finales de mayo y que luego continuará en Europa en la segunda mitad del año. Aunque muchas de esas canciones se volvieron piezas inamovibles de sus shows en todo este tiempo, el repaso integral convirtió a cada álbum en una unidad de sentido en sí misma, y aunque saber de antemano en qué consistiría el programa de la noche, el grupo decidió tomarse algunas libertades para evitar que todo pudiese ser anticipado.
En medio de un escenario penumbroso que se mantendría así casi a lo largo de toda la noche, la banda salió a escena con solo dos de sus miembros originales: Banks y el guitarrista Daniel Kessler. En la otra punta del escenario, el bajista Brad Tuax se encargó de replicar nota por nota lo interpretado por Carlos Dengler, que abandonó la banda en 2010, mientras que para esta gira el baterista Sam Fogarino estuvo ausente con aviso para reponerse de una cirugía de columna, por lo que su lugar fue ocupado por Chris Broome. En un español fluido gracias a los años que pasó en España y México, Banks anticipó cómo transcurriría la noche: primero con el repaso de Antics, y luego con el de …Bright Lights. Esa inversión del orden cronológico desacomodó mínimamente las cosas, pero lo justo y lo necesario para sumar algún que otro factor sorpresa y no facilitar el guión.
El repaso de Antics en el orden tal como fue publicado hizo que las cosas fueran de menor a mayor. Atenerse al guión de su versión de estudio hizo que el primer bloque comenzara en cámara lenta con los climas melancólicos de “Next Exit”, hasta que la línea de bajo marcó el comienzo de “Evil” (recordada también por su videoclip protagonizado por una marioneta). Después, los latigazos de Kessler en su guitarra llena de reverb en “Narc” funcionaron como ejemplo del modelo estético de Interpol, donde muchas veces el detalle ornamental es tanto o más importante que los protagonistas del armado final de la canción. De igual manera, la contradicción entre el título “Take You on a Cruise” y su clima lúgubre dejaron en claro que la ironía también es un componente grande del universo de Interpol, la serenidad hasta la llegada de “Slow Hands”, el hit con el que Antics abrió paso entre los charts gracias a su riff de dos notas y un estribillo de pulso bailable.
Con un optimismo moderado en lo musical, “Not Even Jail” tuvo una particularidad escénica: fue el momento en el que más luminarias hubo prendidas en el escenario, pero ni así fue posible divisar a los músicos, como si esquivaban los haces azules que bajaban desde el techo. Pasada “Public Pervert” y su marcha entrecortada, “C’Mere” volvió a encender al público que creció viendo su video en MTV (cuando eso todavía ocurría), un chispazo que fue aprovechado con el beat oscuro y movedizo de “Lenght of Love”, antes de que “A Time to Be So Small” se disipase de manera lenta pero emotiva, con la voz de Banks perdida en una mezcla brumosa.
Y donde todo fue cálculo y premeditación en el primer bloque, en la segunda parte funcionó de manera inversa. El repaso por Turn on the Bright Lights comenzó con “Specialist”, una canción de un EP previo a su primer disco, para que luego “Say Hello to the Angels” abriera lugar a un repaso a una selección de canciones del disco, interpretadas en modo aleatorio. “Obstacle 1” y su base de batería en constante reformulación demostró seguir siendo tan efectiva en 2024 como lo era en 2002, y “NYC” se sostuvo en un clima frágil en el que el estadio quedó iluminado en su totalidad para hacer literal su último verso (“Ahora depende de mí encender las luces altas”). El punk de ropa elegante de “Roland” antecedió a “Hands Away”, una atmósfera en crecimiento constante que, una vez que llega a su punto justo, termina. La batería fue también el pilar de “Stella Was a Diver and She Was Always Down” y “The New”, hasta que “PDA” demostró ser la fórmula perfecta de todos los climas que maneja Interpol: una canción opresiva de pulso firme que después de un entramado de guitarras le abre paso a una melodía esperanzadora, aunque más no sea en sus últimos segundos. Y a los bises, la inversión de toda lógica: después de que Banks agradeciera al público tras sostener “esta energía es muy única”, Interpol se despidió con “Untitled”, la canción encargada de abrir Turn on the Bright Lights”, compuesta originalmente para dar comienzo a sus shows, como si su ubicación fuera la prueba de que a veces para poner fin a las cosas es necesario terminar por el principio.























