miércoles, 10 septiembre, 2025
spot_img
spot_imgspot_img

El Mató a un Policía Motorizado en C Art Media: nuestro día no termina

“¿Era lo que esperaban?”. Al finalizar la tercera canción del show de El Mató a un Policía Motorizado, su líder y vocalista no pudo evitar tomarle la temperatura al ambiente. Aunque no fue algo inocente, la pregunta también buscaba responder a un reclamo eterno por parte de un sector de los fans de la banda platense, que le reclaman a Santiago Motorizado y compañía el abandono de la parte más remota de su legado en sus presentaciones en vivo de los últimos años. De ahí que una celebración por los veinte años de su debut homónimo fuese ya no solo la validación de la obra, sino también volver a ponerla a sonar por primera vez en mucho tiempo. 

El crecimiento a paso de gigante de El Mató pegó su primera gran zancada en 2012 con La Dinastía Scorpio y redobló su marcha con La Síntesis O’Konor, y de a poco todo empezó a ser más grande: la cantidad de reproducciones, la duración de las giras, el tamaño de las salas. Por eso mismo, elegir hacer una serie de conciertos en C Art Media a medio año de llegar a hacer su primer Movistar Arena fue en cierto modo una declaración de principios, dos espacios separados por una mínima cantidad de cuadras, pero con una convocatoria completamente distinta. Lo que se vivió el jueves en Chacarita (y se replicó el viernes y el domingo) fue un intento de vuelta a los orígenes, a una escala más alcanzable, a como eran las cosas

Ese viaje al pasado estuvo desde el primer momento, cuando lo que sonó antes de que El Mató a Un Policía Motorizado pisara el escenario fue el tema principal de El bueno, el malo y el feo, a imagen y semejanza de lo plasmado por Ramones en su disco en vivo, Loco Live, parte de la discografía obligatoria del universo de la banda platense. Una vez que cada uno tomó su lugar, los 4 golpes en la batería de Doctora Muerte anunciaron el comienzo de “Sábado”, y con él, el viaje retrospectivo respetando el orden que las canciones tuvieron en estudio. Acto seguido, la catarata distorsionada de “Tormenta roja” volvió a sonar tras diez años de ausencia (con las imágenes de edificios en demolición en las pantallas de fondo), algo que también aplicó para los nueve años de silencio de “Nuestro verano” o los ocho de “Escupime”.

El repaso también sirvió para jugar a encontrar las referencias que más tarde volverían a asomar la nariz en su carrera: a modo de ejemplo, la raíz weezeriana de “Rock espacial” tiene bastantes puntos en común con la de “El mundo extraño”, publicada 13 años después. En todo ese lapso, también algunas canciones cobraron otro sentido, como es el caso de “Terrorismo en la copa del Mundo” y su resignificación alusiva a los desaparecidos, interpretada en C Art Media junto a Nina Suárez. “Diamante”, por su parte, fue la muestra más acabada de la fórmula compositiva de El Mató en su primera década de vida, con letras sostenidas por la economía de palabras (en este caso, de una única frase), repetidas en forma de mantra indie, un recurso que en “Prenderte fuego” sirvió para construir una catarsis de ruidos y acoples que sirvieron para convertir su coda en el cierre de un primer episodio de la noche. 

Después de unos minutos de ausencia coronados solo por un loop de la guitarra de Niño Elefante, El Mató a un Policía Motorizado regresó a escena para un segundo bloque que tuvo poco de nostalgia y mucho del formato de show de sus últimos años. El regreso a escena con “El magnetismo” parecía indicar que la noche había comenzado de nuevo, con el mismo recurso que tantas otras veces. Ese lamento salido de personajes de una película de George Romero le abrió el paso a la nostalgia amable de “La noche eterna” como primera muestra de un segmento que hizo poco por despegarse de su pasado más reciente. Así llegó el turno de “El perro” (o cómo reformular en plan de éxito a un tema que parecía destinado a ser un outtake) y después el del himno generacional “Más o menos bien”. 

Por eso, aunque el sprint final se movió bastante sobre sus últimos años de carrera (“Diamante roto”, “Excálibur” y la ya mencionada “El mundo extraño”, “Ahora imagino cosas” y “Fuego”), ganó peso cada vez que decidió viajar más en el tiempo. “Nuevos discos”, “Amigo piedra” y “Chica de oro” ayudaron a equilibrar la balanza antes de que nadie pudiera elevar su reclamo in situ. Para el cierre, “Mi próximo movimiento”, una pieza estable cuya presencia es a esta altura obligatoria, un himno de supervivencia ideal para los apocalipsis del mañana, que no son otra cosa que los de hoy.

spot_img

Top 5 de la semana

spot_img

Noticias relacionadas

spot_img

Popular Articles